martes, 3 de abril de 2012

Sueño consciente.


Se dibuja en el cristal de la ventana un ser renacido.

Rodeada de los fuertes su dulzura gana espacio. Deleita el abandono de sus tallos finos y lisos a la madre tierra, rozas al elevarte los ásperos troncos circundantes.
Tus actos revelan valor. ¿Cómo te aventuras a oponerte a toda edad? ¿Qué fue de la época brillante?


Cuando el resto proveía al entorno de vida, enmudeciste guardando la vista; creciendo lo insensible, abandonaste.


¡Despertaste!
En medio de las despedidas, cuando llega a cubrirnos el sueño dorado, engalanas el mismo verde que, envidioso, te contempla desde las memorias, preso en los lindes de las tardes románticas.

¡Advierte! Partieron las brisas cálidas con las mariposas blancas y  el cabalgante arquero estelar. No tendrá piedad la tiránica helada de tus brotes carmesíes, su reinado vuelve a ejercerse en la inminencia.


Crecer vigoroso o perecer en la soberbia.

No es dureza, no es crueldad, es la norma regente de tu elección, el desafío.
Únicamente así serás digno.


Digno de un nombre, de un espacio…

…de existir.


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