Se
dibuja en el cristal de la ventana un ser renacido.
Rodeada
de los fuertes su dulzura gana espacio. Deleita el abandono de sus tallos finos
y lisos a la madre tierra, rozas al elevarte los ásperos troncos circundantes.
Tus
actos revelan valor. ¿Cómo te aventuras a oponerte a toda edad? ¿Qué fue de la época
brillante?
…
Cuando el
resto proveía al entorno de vida, enmudeciste guardando la vista; creciendo lo
insensible, abandonaste.
¡Despertaste!
En medio
de las despedidas, cuando llega a cubrirnos el sueño dorado, engalanas el mismo
verde que, envidioso, te contempla desde las memorias, preso en los lindes de
las tardes románticas.
¡Advierte!
Partieron las brisas cálidas con las mariposas blancas y el cabalgante arquero estelar. No tendrá
piedad la tiránica helada de tus brotes carmesíes, su reinado vuelve a ejercerse
en la inminencia.
Crecer vigoroso
o perecer en la soberbia.
No es
dureza, no es crueldad, es la norma regente de tu elección, el desafío.
Únicamente
así serás digno.
Digno de
un nombre, de un espacio…
…de existir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario