...un campo árido, una tierra seca, extinguiéndose el gemir de los restos bajo la superficie.
Un viento helado inhibiendo el pensamiento. Desangran recuerdos en las lágrimas.
Rinde ofrenda el ocaso consumado a la realidad, humillado, exibiendo oscura piel virgen sin manto nacarado.
Es momento de concluir.
Vuelvo a percibir los volutados bajo mis pies; las cortinas de mis ojos desenrredándose; entumecidos dedos liberan la pluma junto a las hojas; la serenidad con la que el pecho asciende y desciende tras cada tibia exalación...
Había olvidado la sensación de respirar.
El último punto del libro refleja en mis ojos sin equiparar la densa profundidad del portal que en ellos también desemboca.
¿Cuántas veces volqué sobre sí esta tapa? ¿Cuán pesada resultaste? Hoy vuelves a la posición correcta, a la primera y última.
Bellísimo título, tarde para mi existencia llegará el día en que no sonría al verte. Perdona si la emoción tornó difusa perdida letra; ignora cada trazo débil que no alcanza tu grandeza; excúsame por cada mancha sangrienta marcada en ti.
Permíteme depositarte en lugar seguro donde logres reposar; y cede escritorio, vela, pluma y autor a un nuevo libro; un nuevo título que ya a la espera se halla.
Llegó el ocaso de tu fantasía, junto con el tuyo.
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