Estremeciéndote bajo la calidez del embriagante sonido que recibe a los viajeros a mi bosque, materializaste frente a mí la oscuridad floreciente en ti. Desesperada se revolvía en tu interior y taladraron mis oídos sus alaridos agonizantes, su dolor tiñó tu rostro dibujando horrendas expresiones.
Decidí acallarla al escuchar, débil ser oscuro, tus súplicas. Y lo insulso de comprobar mis sospechas contaminó mis palabras, productos de la burla y la lástima al decir: "Es parte de mí, la llave que dibuja los senderos a tu corazón, porque esta es mi alma donde demostrarás nobleza o huirás".
Suavemente tomé tu mano y con una media sonrisa te deslizé lejos de los ecos de los acordes, de mis secretos y pasiones y una cortina de hiedra ocultó mis preciados recuerdos e ilusiones; poniéndote a salvo, calmando tu sufrimiento... y desterrándote para siempre de mi mundo.
"-No recuerdes cosas malas.
-¿Cuánto tiempo tiene que pasar para olvidarme de todo?
-No lo sé, pero no creo que lo olvides, son recuerdos y por lo tanto permanecen en tu mente siempre, pero con el tiempo aprendes a reaccionar diferente cuando acuden a tu mente."
Y así te vuelves fuerte, jamás negando el pasado sino sonriéndote a tí mismo por el nuevo presente.