sábado, 20 de abril de 2013

  

   "(...) Viene y se me agarra; no es congoja ni anhelo: es una rabia recóndita que amaga desgarrarme el pecho (...).
    (...) Y cuando, por fin, la luna encaramada se entronizó sobre los nubarrones lóbregos, y que la riada estruendosa centelleaba a mis ojos, con redoblados y pavorosos reflejos, me estremecía todo, y en las alas de mis ímpetus, iba a volar con los brazos tendidos para empozarme allá en el abismo, anheloso tras el alborozo de anegar de una vez mis quebrantos y martirios... (...) Yo estoy viendo que no es llegada mi hora.
    (...) Me relampagueó todo el pasado, como a un preso sueños de rebaños, praderas y señoríos... (...) pues tengo ánimos para morir... Hubiera... Y aquí me estoy sentado como una ancianilla, que va recogiendo leña por los valles y mendrugos de puerta en puerta, para ir alargando por momentos su moribunda y desvalida existencia."


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