sábado, 17 de junio de 2017

Un lienzo y un camino.

Cuando cierro los ojos veo un universo de estrellas centelleantes en la oscuridad. Cada una es una piedra preciosa transmutándose en su propio fuego. Es un mundo en sí misma, donde todavía habita alguna versión de mí, de mi mente y mis sentimientos. Todavía paseo por esos bosques, me reconfortan las fragancias y el agua de sus cañadas es dulce en mi boca.

Hay noches, muchas, noches de todas las tonalidades, noches como ésta; en que mi pecho se abre exponiendo el corazón a esas luces. La brisa se vuelve ráfaga y las hojas del libro se regresan al pasado, entonces las realidades pueden fundirse y nos libramos del gran reloj de arena. Así mi alma fragmentada se reúne y encuentra sentido a sus huellas, y a este gran lienzo en blanco detrás de mis párpados. Pero nosotros sabemos que ese blanco no es más que ilusión, que este camino que se despliega frente a mí ya lo he recorrido muchas veces. Que incluso una de esas piedras centelleantes es un mapa exacto del misterioso recorrido por el que me guiará.

Es cuando mi corazón se desborda en resplandor y me tiemblan las manos de emoción que abro los ojos y el lienzo blanco aparece para mí. No es un desafío del Universo, es la oportunidad que necesito para fundir la realidad de mi alma con este mundo.

No es un misterio para nada, sé exactamente a dónde vamos.
Confía en mí...

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